SIENDO a veces las apariencias de los ricos y de los pobres similares, por razones obvias no siempre se miden por el mismo rasero. Recojo una carnavalesca y curiosa comparativa. Un rico con pistola es un precavido; si la lleva un pobre, un delincuente. Si lee el periódico, el acaudalado es un intelectual y el necesitado, un desgraciado en busca de trabajo. Un adinerado corriendo es un deportista y el indigente, un ladrón. Si lleva maletín, el rico es un ejecutivo; el pobre, un traficante. Cuando un ricacho se rasca es alérgico; si lo hace el desvalido, un sarnoso. En comisaría, el rico es el denunciante y el pobre, el detenido. Si se queja de cansancio, el fastuoso está estresado en tanto que el humilde es un flojeras. Si el rico va a un prostíbulo, lo hace en busca de placer; el pobre acude intentando localizar a su hermana… Puede que sean exageraciones, porque no siempre se obtienen estas conclusiones, pero en el fondo son estereotipos que tampoco difieren tanto de lo que piensa la mayoría.
(El Progreso, 24/2/09)
Está buena la tentativa, pero esta estereotipación me parece algo humorada. Qué se yo, digo, como ocurrencia es digno de un diez y aplausos, ahora como criterio de clasificación social... no estoy de acuerdo.
ResponderEliminarSi se trata de ironía hacia los prejuicios... también tienes un diez.