Salvo las excepciones que confirman la regla, en invierno siempre llovió, nevó e hizo frío, al revés de lo que pasa durante el verano. Y sigue ocurriendo, con la particularidad de que antaño no teníamos televisión, ni hombres del tiempo para predecir la meteorología con base científica, y los únicos que la vaticinaban, a corto plazo y con mayor o menor acierto, eran lugareños fulgurados por nubes y tradiciones, o lo que profetizaban los calendarios, 'Zaragozano' y 'O gaiteiro de Lugo'. Por eso no sabíamos en el presente lo que iba a suceder dentro de cuatro o cinco días, que con significar ahora una ventaja tampoco deja de ser un inconveniente, porque los adelantos alimentan la confusión y muchas veces la exageración. Caen cuatro copos de nieve o sopla el viento y saltan todas las isobaras; el caos está servido con advertencias de que el fin del mundo está próximo, como si no fuese lo normal en esta estación. Está bien prevenir pero no a costa de aterrarnos, consiguiendo que arrecie el temporal antes de que arrasen las tempestades.
"¡Hace cincuenta años que no hacía este frío!" se dice habitualmente.
ResponderEliminarO sea, que hace cincuenta años sucedía exactamente lo mismo que ahora. No hay nada nuevo bajo el sol.
Un saludo desde mi mejana