LA POLÉMICA arrecia ahora, en plena campaña electoral, pero la controversia es tan antigua como los molestos gorroneos en que incurren los políticos para ejercer actividades personales. El presidente del Gobierno utiliza con recochineo y prepotencia un avión militar para ir a sus mítines arguyendo razones de seguridad, y también como desafío a las críticas de la oposición. Lo verá razonable, pero la ciudadanía no acostumbra a aprobarlo, como no aprueba que se utilicen medios y recursos oficiales, o derroches abusivos, por parte de cualquier cargo representativo, de uno u otro color, para uso y disfrute privado. Su sensibilidad suele pasar factura, como parece lógico, y tenemos casos bien cercanos y recientes que lo certifican. El presidente del Gobierno lo es a todas horas, pero no ejerce como tal en un acto propagandístico de su partido, que es el que debe pagar. Al significar tanto el hecho en sí como el coste, tendría que ser más sensible para evitarlo. Y más con lo que está cayendo.
(El Progreso, 30/5/09)
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