miércoles, 13 de enero de 2010

En enero suele nevar

POR extraño que les parezca a algunos, en enero suele, desde siempre, hacer frío, helar, llover e incluso nevar, unas veces más y otras menos. Nuestros padres, nuestros mayores nos recuerdan nevadas de quince días o más, y no solía ser catastrófico sino un buen pretexto para festorros vecinales. Eran, eso sí, otros tiempos, donde no había problemas en las carreteras, porque eran pocas y sin coches. Pero este pasado suelen ignorarlo algunos teórico-vividores del cambio climático, más dedicados a la defensa de sus postulados que en limpiar las calzadas y procurar que cientos de pueblos no permanezcan aislados durante semanas. Nadie pide que deba ignorarse lo que suponen los desarreglos del clima, que habrá que corregir, sin demagogias, dentro de lo posible, pero antes han de priorizarse otros problemas más terrenales que nos afectan muy directamente, y que no se resuelven con cumbres fastuosas y discursos grandilocuentes, sino con máquinas, palas y voluntad de ser más prácticos y mucho menos etéreos.



(El Progreso, 13/1/10)

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