LOS que nos parecen despropósitos jurídicos, que muchas veces lo son, suelen estar reñidos con el sentido común. Cuando una ley o una norma no coincide con el más común de los sentidos, que la RAE define como el “buen juicio natural de las personas”, tampoco suele sintonizar con lo que la sociedad demanda. Llueve sobre mojado y quizá por ello chirría la sentencia del Supremo que rebaja 5 años la pena al hombre que atacó a su mujer y la dejó tetrapléjica al no apreciar alevosía, aun allanando su vivienda, y estimar que no está acreditado que la atacara de forma sorpresiva. ¿Puede haber mayor sorpresa que un energúmeno entrase en casa de la víctima y casi la mata, o lo que es peor, la deja como una piltrafa de por vida? Pero otro disparate mayor si cabe es el fallo de la Audiencia de Valencia condenando a una enferma de alzeheimer por provocar un accidente al cruzar en pijama una autovía, por mucho que incida en un descuido de su hijo, al que habría que hacer responsable si es el caso, pero no a la pobre enferma.
(El Progreso, 4/2/10)
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