viernes, 30 de abril de 2010
Juego de pinganillos
VAYA chasco para quienes sostenían (o sostienen) que el Senado es una cámara inútil, después de que sus señorías acaban de reciclarla en algo tan útil como una sala de pinganillos, que viene a ser algo así como un local recreativo de jueguecitos donde el divertimento de los padres de la patria está garantizado; todos acabarán tronchándose como la ínclita Pajín, sino al tiempo. Menos mal que se percataron de que la diversidad lingüística estaba decayendo hasta niveles nunca vistos, y nada mejor que la traducción simultánea de cada una de las cinco lenguas del Estado para entenderse ya entendiéndose, aunque sea más incómodo por la servidumbre de los auriculares. Pero cada cual es muy libre de jugar a las canicas o a los marcianitos como mejor le plazca. ¿Qué cuesta una pila (120.00 anuales) de euros? Es el argumento de los aburridos, que no se dan cuenta de que el pasatiempo contribuye al empleo de intérpretes. ¿Qué no está el horno para bollos, cuando toca reducir gastos? Son tonterías, oiga.
(El Progreso, 30/4/10)
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