EDGAR Hernández, seis años, mexicano de Veracruz, está vivo y coleando; más fresco que una lechuga. Fue el niño que desató el caos de la gripe A, el primer contagiado de todo el mundo. Ahora es algo así como el símbolo del fiasco, que la OMS declaró de nivel seis, el grado de pandemia más grave que existe. De los 150 millones de víctimas previstos, la cifra se quedó en 17.000 fallecidos; en España, con miles de potenciales fiambres, murieron 275 personas. Que es mucho, pero no tanto. Lo malo es que los agoreros (científicos) vuelven a la carga. Ya estarán al tanto de que el virólogo inglés John Oxford, quizá para reparar el fracaso de la primera, anuncia una nueva pandemia mundial de la enfermedad, mezclada con otros virus, para 2015, anticipando que se cebará con los mayores, con lo que medio asegura el pronóstico, pues es bien cierto que, como decía no sé quién, “e verdade que os novos tamén morren, pero vellos non queda ningún”. Encarguen ya las vacunas, que no se les pase…
(El Progreso, 10/5/10)
No hay comentarios:
Publicar un comentario