SUELE darse el caso de que es peor pecar por exceso que por defecto, y ejemplos hay que lo demuestran, como tampoco suele beneficiar una excesiva rigidez normativa para corregir desarreglos. Estarán al tanto de que Amorebieta, en Euskadi, lleva diez años sin semáforos y en ese período el registro es de un 80% menos de accidentes. No es un caso único, porque en la ciudad alemana de Bohmte no sólo se suprimieron las señales luminosas, sino también cualquier otra, es decir, todas, y los resultados también son espectaculares. En las primeras siete semanas, ningún percance, cuando con anterioridad la media era de uno grave cada siete días. Se prohíbe, eso sí, circular a más de cincuenta kilómetros a la hora, y la única obligación del conductor es ceder la derecha. Es posible que ambos experimentos no permitan generalizar, pero algo se podría hacer por aligerar la saturada señalización que se observa en algunas zonas. Por lo que se deduce, nada hay mejor que el libre albedrío.
(El Progreso, 8/5/10)
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