viernes, 28 de mayo de 2010

Derroches de balón

ES VERDAD que el mercado lo rige la ley de la oferta y la demanda, y tratándose de sociedades privadas o anónimas están en su legítimo derecho de invertir para rentabilizar el negocio, pero aun así cada vez se entiende menos que los clubs de fútbol sigan derrochando millones y más millones en fichajes cuando al resto de los mortales se les aprieta el cinturón, el pescuezo y lo que haga falta. Ya digo, será lícito, y sin embargo se percibe una inoportunidad clamorosa en operaciones de balón tan poco ejemplarizantes en una política que pisotea la austeridad que condiciona otros estratos sociales. Tenemos ahora el caso de Mourinho, y otros muchos que aflorarán en estos días de trasiego de unos equipos a otros, y me refiero a los más poderosos, porque los menos deberán someterse al ascetismo del momento, y habrá jugadores que tendrán difícil cobrar sus salarios. Por si fuera poco, no es raro que los dilapidadores se beneficien de una enmascarada (o no) pasividad fiscal negada a los demás.

(El Progreso, 28/5/10)

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