
SERÁ éxito o fracaso. O las dos cosas. En la huelga de mañana, como en las elecciones, habrá dos ganadores, sindicatos y Gobierno. Dependerá de la interpretación que cada cual haga de ella. Pero la creencia general es que se trata de un paripé, de una escenificación, por los malabarismos que practican unos y otros. No les extrañe que el propio ZP aparezca con pancarta y todo culpando a Esperanza Aguirre y a los empresarios de todos los males, incluida su reforma, la que no quiere corregir. Pugna entre caballeros, dicen. Pasado mañana, todos tan amigos, aquí no ha pasado nada. Ni unos ni otros van a ser las víctimas; lo serán los millones de trabajadores afectados y, como efecto inmediato, los que, de buena o mala fe, apoyen la función. No cobrarán su jornal, o también los que no queriendo apoyarla, tengan tantas dificultades para ejercer su libre derecho, que se les obligue. ¿Cuánto va a costar la huelga? Ni se sabe, pero no les quepa la menor duda, la pagarán los de siempre. Todos menos ellos…
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