jueves, 16 de septiembre de 2010

Nadal, ejemplo de humildad



AL NO SER ninguna ciencia exacta, nadie puede medir si Rafa Nadal es o no el mejor deportista español de todos los tiempos, porque hubo otros muy buenos en circunstancias y momentos diferentes, pero sí es con seguridad uno de los más grandes y, sobre todo, el más humilde de todos cuantos protagonizaron éxitos sonados en modalidades distintas. Él sigue insistiendo en que no es un jugador perfecto, pero un tenista que reúne en su palmarés los cuatro grand slams no es uno cualquiera, entre otras cosas porque para alcanzar una cima como la suya es preciso, además de valores innatos, derrochar un extraordinario esfuerzo desarrollan. Su conducta llana y respetuosa dista mucho de la altanería y el orgullo que enarbolan otros, y entre ellos debe citarse a Fernando Alonso, aunque su trayectoria inconstante rebajase sus humos primeros. Tiene mérito, pero lo pierden sus formas arrogantes, y el público, salvo sus partidarios, es consciente de ello. Nadal marca diferencias, es otra cosa.

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