El placer que uno siente al releer al maestro Julio Camba, ya 50 años muerto, se enriquece con las anécdotas que marcaron la vida del célebre narrador gallego, empezando por la protagonizada con Dámaso Alonso, director a la sazón de la Real Academia, cuando le ofreció un sillón que había quedado vacante: “Yo no quiero un sillón, lo que quiero es un piso”, se supone que para dejar la habitación del Palace, hotel en el que residía, le respondió con más raciocinio práctico que académico. Pero una de las más divertidas y que mejor le retrata es cuando Luis Calvo publicó en ABC una reseña sobre ‘La casa del lúpulo’, único libro suyo que no es recopilación de artículos, para elogiar la perfecta sintaxis del texto, y que recoge Juan Antonio Pérez Mateos en la amena historia íntima del diario madrileño con motivo de su centenario. Días después se encontraron ambos en el Círculo de Bellas Artes y Camba reprendió al autor de la lisonja: “Oiga Calvo, pero ¿qué es eso de la sintaxis? ¿Quién te crees que soy yo? ¡La sintaxis! Hasta ahí podíamos llegar”.
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