domingo, 22 de julio de 2012

¿Por qué no se equiparan los sueldos de altos cargos a los de la ciudadanía?



Son gestos no suficientes, guiños que consiguen el efecto de acentuar el cabreo de los ciudadanos, revelando que no hay voluntad allanar diferencias entre los privilegios retributivos de los políticos y el resto de los mortales. Que los altos cargos, ministros, diputados, senadores, presidentes de comunidades, conselleiros, parlamentarios autonómicos, alcaldes y toda la casta se rebajen los sueldos el seis o el siete por ciento (en Francia, el treinta) no es ejemplarizante en devengos de entre sesenta y ciento cincuenta mil euros, arriba o abajo. ¿Les supone algún quebranto económico? No como el que afecta al funcionario mileurista, y peor si no alcanza a serlo, que primero le rebanan el salario y después le suprimen la extra navideña. La solución no puede ser otra: acortar haberes equiparándolos a los de los demás asalariados, sin ninguna distinción. ¿Cómo es posible que alcaldes, incluso de municipios arruinados, o jerifaltes autonómicos, superasen en retribución al presidente del Gobierno? ¿O que a un diputado raso se le retribuya con seis mil euros mensuales?

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