¿Es Baltar el único que practicó enchufismo en las diputaciones?
A José Luis Baltar, como a cualquier otra persona salpicada por la sospecha
y el indicio racional, le asiste la presunción de inocencia. Lo que pasa es que
su reputación (buena para unos (¿) y menos buena para otros) de adalid del
enchufismo en la Diputación ourensana no contribuye a lustrar la inocencia que
proclama. Incluso puede parecer que es el único, considerado cacique, que
prefería a sus amigos a los que no lo eran en determinados puestos o cargos,
omitiendo cualquier otro método selectivo que no fuese el de la amistad, en
compensación por servicios prestados. Como si una de las tendencias de las
diputaciones, en general, no fuese el de asentar a amigos o políticos de
difícil acomodo; un subterfugio retributivo de deudas contraídas. De ser así,
¿por qué se detiene la suspicacia en Baltar? No es de extrañar que todos sean
tan reacios a su supresion; incluso los que las maldicen sacan provecho, sin
importarles que sea al socaire de la contradicción o de la discrepancia
escenificada.
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