Los manifestantes, en una foto de El Ideal Gallego
No se justifica, pero incluso podría entenderse que trabajadores con incierto
futuro laboral organicen alborotos en el Parlamento gallego. En su hoja de ruta
está acaparar la atención cómo sea; lo que es sorprendente e inadmisible es que,
por razones partidistas, sean parlamentarios de la oposición quienes alimenten
y apoyen las protestas, cuando las únicas voces que deben oírse en la cámara
son las de sus representantes, legítimamente elegidos por el pueblo, sea en el
tono que sea. En eso tiene razón el presidente de la Xunta cuando dice que
algunos políticos a los que las urnas no les dan la razón pretenden conseguirla
a la fuerza. Los trabajadores tienen todo el derecho a manifestarse buscando la
solución a sus problemas, incluso frente al Parlamento, pero no a convertir el
hemiciclo en una feria. Una cosa es asistir como invitado y otra diferente ir a
perturbar. Haciéndolo deslegitiman también a los instigadores que les respaldan,
cuya función parlamentaria carece de sentido.
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