domingo, 20 de octubre de 2013

Javier León de la Riva fracasa en su amago de limpiar Valladolid de mendigos

Javier León de la Riva
Mala cosa si por la estética se pretende anular la ética. Es evidente que para preservar determinados intereses es más lucrativo priorizar lo ornamental y decorativo antes de que prevalezca la tolerancia y la generosidad. Menos mal que la Justicia (Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León), sin que sirva de precedente, resolvió sin desalinearse de la cordura y de la lógica que exigía una reparación, anulando la denominada ‘ordenanza antivandalismo’ impuesta por el alcalde Valladolid, Javier León de la Riva, con el propósito de limpiar la ciudad de mendigos, por considerar que se vulneraba la libertad de las personas, sin importarle que los más desfavorecidos se muriesen de hambre. Claro que es más fácil expulsar a los pedigüeños que ayudar a su sustento o facilitarles medios para evitar, dentro de lo posible, que imploren la caridad pública, pero es intolerable que se llegue a este extremo tan inhumano y no exento, por penoso e impropio que resulte, de rentabilidad política, connotación que endurece aún más la inmoralidad.

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