Javier León de la Riva fracasa en su amago de limpiar Valladolid de mendigos
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Javier León de la Riva |
Mala cosa si por la estética se pretende anular la ética. Es evidente que para
preservar determinados intereses es más lucrativo priorizar lo ornamental y
decorativo antes de que prevalezca la tolerancia y la generosidad. Menos mal
que la Justicia (Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León), sin que
sirva de precedente, resolvió sin desalinearse de la cordura y de la lógica que
exigía una reparación, anulando la denominada ‘ordenanza antivandalismo’
impuesta por el alcalde Valladolid, Javier León de la Riva, con el propósito de
limpiar la ciudad de mendigos, por considerar que se vulneraba la libertad de
las personas, sin importarle que los más desfavorecidos se muriesen de hambre.
Claro que es más fácil expulsar a los pedigüeños que ayudar a su sustento o facilitarles
medios para evitar, dentro de lo posible, que imploren la caridad pública, pero
es intolerable que se llegue a este extremo tan inhumano y no exento, por penoso
e impropio que resulte, de rentabilidad política, connotación que endurece aún
más la inmoralidad.
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