martes, 7 de enero de 2014

Agatha Christie escribía sumergida en una bañera y comiendo manzanas



Cada vez que empiezo un libro me pica la curiosidad por saber datos personales del autor, que lógicamente no acostumbra a lar en su obra. Cómo y cuándo escribe, por la mañana, por la tarde, de madrugada, de pie, tumbado, a máquina, con estilográfica, bolígrafo, ordenador…; entre sorbo y sorbo de ginebra o comiendo manzanas…, como era el caso de la excéntrica e inigualable Agatha Christie, que por eso había mandado instalar una gran bañera con repisa (de caoba), en la que depositaba la fruta, además de sus lápices, cuadernos de notas y su taza de té. Todo esto, ya digo, en tan singular espacio, porque la famosa novelista tenía por costumbre pergeñar sus manuscritos de novela negra sumergida en una gran bañera victoriana, y no crean que era para inspirarse; sus mejores ideas para escribir manaban de la portentosa imaginación de Christie alejada del chapuzón, mientras hacía ganchillo. También se le ocurrían crímenes entre pucheros, haciendo otras tareas del hogar, con las que disfrutaba particularmente, como fregar platos o zurcir calcetines.

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