Con su doble vara de medir, Merkel defenestró nuestras conquistas sociales
En general, parece que la regla de los dirigentes políticos que gobiernan el
mundo, desde diversas tendencias y colores, es que los demás hagan lo que ellos
dicen, no lo que ellos hacen. Que el currante cobre y disfrute cada vez menos y
ellos cada día más. Queda el derecho al pataleo, que es como reclamar al
maestro armero. Por ejemplo, la señora Merkel, infausta guardiana de nuestros
intereses, impuso a nuestros frágiles y dóciles gobernantes aumentar la edad de
jubilación hasta los 67 años, presión que también ejerció sobre algunos otros
países de la Unión, y resulta que ahora acepta rebajar hasta los 63 los de su
país. Bien es verdad que lo hace forzada por los socialdemócratas, pero aun así
es una obscenidad, reflejo de su talante y su doble vara de medir, que aplica
donde no le duele. Pero no es solo en este episodio de la jubilación, sino que
la canciller alemana tuvo y tiene mucho que ver en la pérdida de muchas de las
conquistas sociales que en España se diluyen como azucarillos, con la
complicidad, claro, de los sumisos ejecutores.
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