lunes, 17 de febrero de 2014

Los lenguaraces de las tertulias de radio y televisión son desde ahora 'todólogos'



Le preguntaron a Saramago por qué había tardado veinte años en escribir su segundo
libro. El Nobel fue tajante: "Porque no tenía nada que decir". Sin que tenga mucho que ver, viene sin embargo a cuento por los 'todólogos', a los que la inspiración no abandona. ¿Y quiénes son los 'todólogos'? Me entero aún ahora, pero es como alguien acuñó, con acierto, a algunos lenguaraces que encienden con su verborrea determinados shows y debates en radios y televisiones. Utilizan la aguja tanto para un roto como para un descosido. Presumen de saberlo todo, sea de política, arte o energía nuclear. Nada se les resiste cuando toca 'profundizar' sobre la materia que tercie. La mayoría solo obedece a la voz de su amo, y de hecho no se les contrata por su capacidad de razonar o analizar ideas propias, sino por su sectarismo y también por su facultad de enardecer y alimentar griteríos, bramar todo lo que haga falta para agredir verbalmente a colegas del sarao o reventar tertulias, animando el espectáculo. De eso se trata. Pero cobran. Y les aplauden.

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