Pavoneos con uniforme: seis multas en 21 minutos por girar la cabeza al volante
Existe la sospecha de que no pocas de las multas de tráfico arrancan del
afán recaudatorio estatal, con mayor fundamento que el de velar por la
seguridad en las carreteras. Puede que sí, pero aún es peor que sean los
agentes los que se arroguen atribuciones que no les pertenecen, bien sea por
exceso de celo u obsesión patológica de pavonear su uniforme. Algo de eso debió
ser la causa de la decena de sanciones impuestas en Poio (Pontevedra) por girar los
conductores la cabeza más de cuarenta y cinco grados. Parece una chuscada, pero
tiene pintas de ser un abuso (intolerable) que habrá que corregir y castigar.
Conducir y girar la cabeza (lo que haga falta) es a veces necesario e incluso
obligatorio. Pero la culpa no la tienen solo quienes se exceden en sus
atribuciones sino quienes se lo consienten, y más si el ejecutor de más de la
mitad de las denuncias fue el mismo agente y en un lapso de 21 minutos. Número
y tiempo podría incluso justificarse, pero si la causa es únicamente el giro de
cabeza, el despropósito no es dudoso. Que se dedique a otra cosa.
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