sábado, 4 de octubre de 2014

¿Por qué a los políticos les repugnan los privilegios del rival y no los propios?



Vamos por partes. Lo dicho por el portavoz del PSOE en el Congreso sobre la ‘puerta giratoria’ de Gallardón es lo que la mayoría piensa. En efecto, repugna que el ex ministro encuentre acomodo nada más dimitir en el Consejo Consultivo de Madrid por el ‘módico’ salario de 8.500 euros al mes. Asquea. Pero dicho por el señor Hernando, solo evidencia que sufrió un arrebato de cinismo. ¿Es el señor Gallardón el único dispensado tras cesar en un cargo político? El portavoz socialista no tiene más que mirar a su alrededor y verá a varios de los suyos regocijándose de regalías parecidas, empezando por Felipe González. Ni que decir tiene que no se trata de la reacción partidista del mencionado portavoz en un episodio puntual, sino que es práctica habitual del gremio, sin distinción de colores. Mucho bla, bla, bla… hasta llegado el momento de subirse al carro. Porque la máquina del corporativismo no se detiene y reacciones como la comentada no son más que la máscara y el disfraz. Un juego para despistar, pero nada de enmiendas ni de renuncias.

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