lunes, 2 de febrero de 2015

Políticos que prefieren prohibir la mendicidad que eliminar la pobreza



Más por estética que por lástima o compasión, los políticos no son partidarios de la presencia de mendigos en las calles, y por eso algunos mandamases no dudarían en firmar su exclusión si no fuese por el efecto que para su imagen conllevaría hacerlo. No parece importarle sin embargo al gobierno noruego, conservador/populista, que ultima la prohibición de la mendicidad en todo el país, con multas e incluso penas de cárcel para quienes se resistan a la ley que entrará en vigor en los próximos meses. No es una medida fácil de cumplir; la hambruna no se elimina por decreto ni con tanques en las calles, sí proporcionando alternativas y opciones de reintegración laboral y humana a los indigentes para que la necesidad no les obligue a recurrir a la bondad del prójimo. Su siempre incómoda situación nunca es caprichosa. Y mano dura no es precisamente el maná que alimente a quienes carecen de recursos para subsistir. La presencia de menesterosos en las calles ha de servir para despertar la conciencia de quienes tienen el deber de ayudarlos y no lo hacen, y no para fumigarlos.   

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