La muralla de Lugo, atalaya para lanzar piedras desde el adarve a los coches
Por el momento solo fueron sustos, se intuye que morrocotudos para quienes los
padecieron, pero cualquier día asistiremos a una desgracia mayor si sujetos
inidentificados siguen arrojando piedras u otros objetos a los coches desde la
muralla. Tres ataques en una semana es excesivo para no estar preocupados. Se
dirá, como suele hacerse en estos casos, que es cuestión de educación más que
de represión, pero no se pretenda educar, como solución inmediata, a quienes
carecen de principios, sin sopesar para nada las consecuencias que pueden
acarrear sus disparates; a estos individuos solo cabe echarles el lazo y
aplicarles el correctivo que se merecen. Por eso hay que tomárselo en serio por
parte de quienes tienen el deber de supervisar el orden público, y da la
impresión de que no es el caso. ¿En qué consiste aumentar la vigilancia?
¿Patrullar tres veces en vez de una? Tiene que haber una vigía sostenida, y aun
así puede no ser suficiente, pero se contribuye más a disuadirles que a que
sigan. Habrá quienes propongan cerrar el adarve por la noche. Sería un remedio
extremo, pero no tan descabellado si no se consigue atajar el problema.