SUPONGO que a casi nadie sorprendió que el Supremo desestimase la primera demanda que contra Tabacalera (ahora Altadis) interpuso la familia de un fumador que murió de cáncer, como tampoco prosperaría otra responsabilizando a una fábrica de armas por las bajas en una guerra. Las tabaqueras, cuya misión es vender su producto, no obligan a nadie a fumar, e incluso advierten de lo dañino que es el tabaco. Es más pagan al fisco por su negocio floreciente, de lo cual se deduce que es una industria perfectamente legal. Otra cosa es que el Estado subvencione el cultivo de las plantaciones y permita que se comercialice un tóxico que acaba matando a muchas personas adictas, y en gran número de forma indirecta (fumadores pasivos), por lo que su responsabilidad moral es evidente, como lo es en cuanto a que las autoridades no apliquen, casi nunca, las leyes antitabaco aprobadas por el Parlamento, porque sigue siendo muy rentable hacer la vista gorda. No seamos cínicos.
(El Progreso, 24/3/09)
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