LLEGAMOS a un extremo que resulta más provechoso remover la paja que ir al grano. Trinidad Jiménez, ya saben, trató de justificar el sonoro desatino (inducido) de Carmen Chacón acusando a sus críticos de un arrebato machista, como si así borrase el desliz. Por lo visto, esa es la igualdad que tanto se demanda. Si quien recibe críticas por sus pifias son Maleni, Aído o Chacón, machismo puro y duro. Si les toca a Sebastián, Solbes o Moratinos, siempre será por su incapacidad o por sus errores, nunca por ser hombres. Estamos de acuerdo en que para formar parte del Consejo de Ministros, con independencia de la chorrada paritaria, es irrelevante que el elegido sea varón o hembra, o eso es lo que se intenta transmitirnos siempre, porque lo que importa es su intelecto y no el envoltorio, pero resulta que quienes más defienden ese principio son los primeros en hacer distingos interesados y para eso utilizan la rancia coraza del machismo, como si por ello se ocultase las incapacidades.
(El Progreso, 26/3/09)
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