SOSPECHO que incalificables ramalazos de intolerancia les impiden calibrar su fanatismo y su intransigencia para con el bilingüismo. Su particular y radical defensa del gallego perjudica y mucho a nuestro idioma, que lo que menos necesita es de imposiciones para que no sufra más rechazos por parte de quienes optan por la libertad de utilizarlo cuando les apetezca. Quienes arremeten e incitan a disparar contra sus defensores, sólo logran el fin contrario del que persiguen; ya se sabe que lo que más molesta a quienes aman la libertad es que se le coaccione para aceptar planteamientos sólo asumidos por minorías que sólo se representan a si mismos. De cualquier manera, su forma de actuar no parece espontánea, sino que más bien subyacen velados apoyos por parte de quienes debieran preocuparse por rechazar y condenar actitudes tan rancias y no alentarlas. Mejor sería hacerles ver que es la peor manera de conseguir que el gallego avance, y sí la mejor forma de frenarlo.
(El Progreso, 21/6/09)
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