domingo, 21 de febrero de 2010
Delincuencia juvenil
EL SEÑOR ministro de Justicia, que por lo que deduzco está alejado de la realidad, afirma que casos puntuales como el del ya tristemente célebre El Rafita (uno de los asesinos de Sandra Palo) no justifican una reforma de la Ley del Menor, en el sentido de que los delincuentes juveniles, como clama un amplio sector de la sociedad, ingresen en prisión al alcanzar la edad penal. La cuestión es que estamos desbordados de episodios puntuales parecidos en tanto que la polémica entelequia legal no coincide para nada con su objetivo esencial, que es la rehabilitación de los transgresores, sino todo lo contrario: incita a delinquir, sabiendo que el coste será mínimo, y los reformatorios (déjense de eufemismos) sólo consiguen perfeccionar en el oficio a los que no están por regenerarse, que son los más. Y si por casualidad la fechoría se produce en el tiempo un mes o unos días o unas horas antes del límite hacia la edad penal, en ese caso, con el máximo recochineo, la gratuidad es absoluta.
(El Progreso, 22/2/10)
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