SI ES CIERTO lo que se dice, Luis Roldán (para qué más detalles) está a punto de saldar su deuda con la Justicia y con el Estado habiendo cumplido 15 años de cárcel de los 31 a que fue condenado, y habiendo devuelto poco más de millón y medio de euros de los casi diecinueve que adeuda y de los que se apropió mientras mandó en la Guardia Civil. Es decir, que se va de rositas, porque su encierro está espléndidamente recompensado. Además, nada restituyó modo voluntario nada; sólo mediante ejecución forzosa. Su botín está, faltaría más, a buen recaudo, con propiedades en París y en paraísos fiscales, gracias a triquiñuelas utilizadas para evitar que fuese intervenido. Pero lo más preocupante es que la Justicia y el Estado no tengan también argucias para contrarrestar tanta magancería. Desde luego es mucho mayor su eficacia y presteza cuando se trata de escarmentar a un ciudadano que adeuda, sabiéndolo o no, veinte euros a Hacienda. Ahí sí está todo controlado.
(El Progreso, 18/2/10)
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