ENTRE los varios pactos atascados está el de Educación, y eso que el
ministro Gabilondo se sitúa entre los más sensatos de todos cuantos le
precedieron, entre otras cosas porque sabe de lo que habla, pero como en éste y
en otros acuerdos políticos de gran calado se antepone la carrera de los votos,
a veces también se le va la lengua. Prefiere, dijo, pactar los cambios con el
PP, pero si no es así concertará con las minorías un nuevo plan educativo. Los
dos principales partidos no acaban de entender que si no se entienden entre
ellos, todo lo demás es pan para hoy y hambre para mañana; llegada la
alternancia, cuando toca retomar el poder, lo primero que se hace es revocar lo
plasmado por el antecesor, con razón o sin ella, y así se cambia de sistema
cada vez que gobiernan unos u otros. Y así está también la docencia, con
resultados que nos sitúan entre los países más descerebrados, lo cual lo pagan
los alumnos, sus familias y los ciudadanos. Ellos, los políticos, los que menos.
(El Progreso, 16/3/10)
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