A VECES la duda ofende, pero casi nunca consigue borrar la sospecha, y por eso cuando el afectado tiene la convicción de que es injustamente víctima de un incómodo murmurio, debe ser el primer interesado en que se le investigue. Debería ser el caso del presidente del Congreso, al que la Fiscalía hace un flaco favor al mirar para otro lado, pero ya se sabe cómo suele comportarse un órgano que depende del Gobierno de turno. Bono afirma que nada tiene que ocultar y niega haber recibido dádivas para engorde de su amplio patrimonio, pero también niega Camps lo de sus trajes, y la Fiscalía, seguramente con buen criterio, intervino. ¿Por qué en un caso no y en el otro sí? La explicación ya queda reflejada. Es probable que el presidente de la Cámara sea inocente, y sin embargo sus enemigos no paran de atribuirle cargos que, de ser ciertos, torpedearían su carrera. Casi todos los políticos reciben regalos, ahora bien hay casos de casos, y en algunos no caben excusas si se confirman.
(El Progreso, 22/5/10)
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