sábado, 11 de septiembre de 2010
Divorcio entre políticos y ciudadanos
SIENDO como es la (buena) política esencial para el buen funcionamiento democrático de un país, produce cuando menos tristeza observar el divorcio que separa a la clase idem de los ciudadanos, hastiados en un alto porcentaje del espectáculo tan poco edificante que se ofrece, incluso desde las bancadas del Congreso, más propio de un patio de colegio; de enfrentamientos y descalificaciones personales y de quemar salvas únicamente para producir humo. No existe sintonía con la calle, y así se entiende que sólo un 3,1% de los catalanes esté interesado por el Estatut, después del coñazo que llevan dándonos los políticos desde hace años, como si fuese lo primero y fundamental para el pueblo, que a lo mejor lo es, oiga. Pero el ciudadano no le ve así, y el sondeo, para que no haya sospechas, lo coció el CIS en una encuesta autonómica que recoge la percepción ciudadana sobre varios conceptos. Debe ser precisamente la pelmacería con que se debaten algunos asuntos lo que causa el rechazo. Y los bostezos.
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