No siempre, pero a veces las herencias acarrean más quebraderos de cabeza que satisfacciones. Depende de muchas cosas. El concello de Castro de Rei, municipio de A Terra Chá lucense (la mayor llanura de Galicia) nada en un mar de dudas y en un sin fin de indecisiones por culpa de la herencia que textó un vecino de la capitalidad del municipio, otorgándole en sus últimas voluntades una cuantía de treinta mil euros y una parcela, pero a cambio de algo, y ahí radica el quid del asunto.
Francisco Falcón dejó al ayuntamiento la herencia por la refrida cuantía, además de la finca, aunque con la condición de que con ese dinero se edificase un centro de día para mayores, en el plazo de 18 meses, con locual se presentan dos problemas: la cantidad no parece suficiente para acometer el deseo del textador, y por otra parte el tiempo señalado no parece suficiente para culminar el proyecto, con lo cual la corporación municipal está pensando, más que pensando, dudando en aceptar el regalo o rechazarlo, porque duda de su viabilidad por los inconvenientes apuntados. De desecharlo, los treinta mil euros irían a parar a las necesidades del templo parroquial o también para misas que se oficiarían por el eterno descanso del difunto, aunque esa no fuese su voluntad.
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