sábado, 7 de julio de 2012

Pasta afanada que nunca aparece


Con su asalto al furgón, El Dioni sentó un precedente que, aunque había antecedentes, contribuyó a perfeccionar la escuela: casi todos amigos de los ajeno consiguen no devolver lo sisado. En el peor de los casos, los grandes desfalcadores pasan de puntilla por el trullo sin soltar la pasta afanada, que debería ser en todos los casos el fin primordial perseguido. No es mi intención comparar nada, pero ahora están en candelero las imputaciones a banqueros; y se habla también de crear comisiones de investigación para saber lo que pasó, como si las comisiones sirviesen para algo más que aparentar. Es decir, mucha bulla y ninguna esperanza de que el dinero esfumado como por arte de birlibirloque sea devuelto a la caja. ¿De qué serviría enchironar a los posibles culpables, cosa por otro lado poco probable? De nada, porque de lo que se trata es de recuperar el botín, y seguro que está a buen recaudo, fuera de cualquier posibilidad de reversión. De lo que podemos estar seguros es que el dinero desaparecido no se evaporó.

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