jueves, 5 de julio de 2012

Reflexiones sobre coches oficiales, escoltas y demás parafernalias


Hasta ahora, en instituciones y organismos de la Administración el coche oficial, con chófer, escolta y demás parafernalia, era un derecho usufrutuado desde las cúpulas hasta poco menos que a los bedeles. Las cosas, ya era hora, van cambiando pero la estrechez tiene mal encaje. Los primeros en repudiarlo fueron los magistrados de la Audiencia Nacional y, sobre todo, los del Supremo (con seria advertencia), quienes consideran la supresión del vehículo "discriminación institucional". Quizá tengan razón en tanto no se supriman todos, pero tiene bemoles que un juez, muy bien remunerado por cierto, siga exigiendo un servicio elitista cuando muchos no tienen para comer. Puede pagarlo de su peculio, y si no lo hace, la alternativa es hacer lo que hace el resto de la ciudadanía. Otro tanto pasa con los escoltas, aunque se invoque la seguridad como argumento de peso, pero era tal la exageración numérica que en muchos casos venían siendo utilizados para fines domésticos o de carácter privado (chicos para todo) y no precisamente de protección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario