Aduladores arrepentidos quieren corregir su candidez por promesas incumplidas del ex ministro Blanco

Estas cosas suelen ocurrir por pasarse de aduladores y oportunistas. Las
corporaciones locales son muy dadas en otorgar lisonjas a discreción, con la
inconsistencia propia de cada caso y fines estrictamente serviles. Los libros
de actas están plagados de componendas, alumbramiento de hijos predilectos o
adoptivos, o por reparto de medallas de oro o plata, llaves de la ciudad y otras
ocurrencias improvisadas. Después vienen las contriciones, siempre tardías, por
tanta generosidad proyectada, al no rentabilizarse el floreo lo esperado o por
requiebros partidistas. Ya pasó con Franco y no se escarmienta. A José Blanco
se le quiere desposeer del título de hijo adoptivo de Melide, por quebrantar la
promesa, dicen, de que la autovía de Lugo-Santiago finiquitaría en el 2014, aún
en lontananza. No lo estará, pero es más merecedora de amonestación la candidez
de los que le creyeron que la intrepidez del ex ministro, administrada al fin y
al cabo en el ejercicio de su cargo. Como si hubiese sido único en propagar
fanfarrias y recibir lisonjas. Miren a su alrededor.
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