domingo, 6 de octubre de 2013

Aduladores arrepentidos quieren corregir su candidez por promesas incumplidas del ex ministro Blanco


Estas cosas suelen ocurrir por pasarse de aduladores y oportunistas. Las corporaciones locales son muy dadas en otorgar lisonjas a discreción, con la inconsistencia propia de cada caso y fines estrictamente serviles. Los libros de actas están plagados de componendas, alumbramiento de hijos predilectos o adoptivos, o por reparto de medallas de oro o plata, llaves de la ciudad y otras ocurrencias improvisadas. Después vienen las contriciones, siempre tardías, por tanta generosidad proyectada, al no rentabilizarse el floreo lo esperado o por requiebros partidistas. Ya pasó con Franco y no se escarmienta. A José Blanco se le quiere desposeer del título de hijo adoptivo de Melide, por quebrantar la promesa, dicen, de que la autovía de Lugo-Santiago finiquitaría en el 2014, aún en lontananza. No lo estará, pero es más merecedora de amonestación la candidez de los que le creyeron que la intrepidez del ex ministro, administrada al fin y al cabo en el ejercicio de su cargo. Como si hubiese sido único en propagar fanfarrias y recibir lisonjas. Miren a su alrededor.

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