miércoles, 24 de septiembre de 2014

La tradición y la cultura nunca pueden justificar la crueldad con los animales


Imágenes del lamentable espectáculo del Toro de la Vega, cruel festejo de Tordesillas
Cierto es que la patochada del Toro de la Vega, en Tordesillas, con dos razones encontradas, la presión de unos contra la resistencia de otros, no tiene fácil arreglo, pero algo habrá que hacer para que no se confunda cultura con crueldad bajo el paraguas de la tradición. No todas las tradiciones son respetables, y la de martirizar a un animal no lo es. Solución: prohibirlo, pero habrá que buscar seguramente fórmulas menos radicales hasta llegar al consenso que conlleve a abolir el festejo. Por ejemplo, en Manganeses de la Polvorosa (Zamora), ya no se lanza la cabra desde el campanario: se le sustituyó por un peluche con su aspecto. Pero en Cazalilla, municipio de Jaén, sigue arrojándose, también desde el campanario, una pava, pese a que la Junta andaluza lo prohibió hace doce años. Parece que la Guardia Civil no se atreve a impedirlo, lo que equivale a incumplir la ley. Intolerable. Todo esto ocurre porque las normativas de protección animal, vigentes o en elaboración, ni son claras ni precisas al admitir interpretaciones que conducen al incumplimiento. Y se incumple, claro.

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