Contando masas a ojo de mal cubero
En aquellos tiempos de María Castaña, los fabricantes de cubas carecían de
reglamentación específica sobre las medidas de capacidad que debería tener cada
envase, lo cual les obligaba a hacerlas a ojo, a ojo de buen cubero. De ahí la
expresión. Se equivocaban mucho o poco, pero seguro que bastante menos que los
hoy día encargados de calcular la asistencia a manifestaciones, fiestas o
cualquier aglutinación humana. Pese a que existen técnicas que aproximan el
recuento, nadie se para a usarlas y se hace a voleo, que según el diccionario
de la Real Academia significa "de manera arbitraria o sin criterio".
Es una manera de salvar los muebles entre quienes pretenden engordar
interesadamente la concentración cuando escasean los concurrentes. ¿Son 10.000?
Pongamos 300.000 o medio millón y todos tan contentos. Nadie hará recuento.
Claro, todo depende de quien proceda el ardid numérico, pero es mucho peor si
arranca de un organismo oficial, como es el caso del Concello de Lugo al
computar (a ojo de mal cubero) los asistentes (más de 500.000) al San Froilán.
Y le caen críticas a porreo. Merecidas.
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