Está más que contrastado que el futuro de los equipos de fútbol se asienta o depende más que de ningún otro condicionante en cómo cuide su cantera. Un club que desprecie lo propio puede que obtenga un rendimiento inmediato, pero el mañana tiende al fracaso. El símil futbolero puede muy bien trasladarse a la clase política. Si no se forjan valores o componentes propios llegará un momento en que la disgregación y la desunión impidan conformar un bloque creíble. Pedro Sánchez es de los que no cree en los de casa, y opta por rodearse por elementos que le son extraños. La incorporación de la tránsfuga de UPyD para número cuatro en la candidatura de Madrid, o de una exmilitar independiente en sexta posición, sin olvidar la de una catalana como segunda, así lo evidencia, aun respaldado con cínicos aplausos de los que lo consideran traidor, sin que se atrevan a decírselo. O no confía para nada en sus secuaces o prefiere a elementos que le van a ser maleables a medida de su ambición. Es decir, equivale a tener pan hoy y hambre mañana. Se verá.