miércoles, 18 de marzo de 2009

Obediencia indebida

CREO entender que una de las sanciones contempladas en el enredo de las multas sobreseídas corresponde a un coche oficial, cuyo conductor habría sobrepasado los límites de velocidad, y deduzco que cuando menos se planteó la duda de si era o no recurrible, con lo cual vuelve a emerger el doble rasero: que paguen los infractores del montón y que se perdone a quienes deberían dar ejemplo en el cumplimiento de las normas. El chófer de un vehículo oficial sabe perfectamente, como es obligado, cuáles son sus deberes, y si los vulnera habrá de asumir su culpa como otro cualquiera, sin que sirva para nada la recurrente ‘obediencia debida’, porque nadie le puede obligar a transgredir la ley. Si lo hiciese, sería una ‘obediemcia indebida’ que no le exime de responsabilidad. Pero lo que se entiende aún peor es por qué los usuarios de coche oficial van más siempre más acelerados que el resto de los mortales. Es para lo único que tienen prisa. ¿O es su prepotencia la que no puede esperar?

(El Progreso, 18/2/09)

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