NO ES NECESARIO ser ningún Rappel para intuir que la última fase del Plan Paradai es tan incierta como que nos toque la lotería. Nadie se creyó que las obras del puente y los enlaces con la estación del ferrocarril y con Serra de Meira iban a iniciarse este verano, después del retraso acumulado por las que ahora están (a medias) finalizadas, pero pocos sospechaban que la irresponsabilidad y la irracionalidad llegasen al extremo de que no se previera un viaducto adecuado para futuras y necesarias intenciones ferroviarias, que es lo que ahora, según se pretexta, obliga a replantear el proyecto y a la necesidad de lastrar las obras sine díe. Lo que nunca llegué a entender es por qué el plan se desmenuzó en dos fases, cuando el lógico diseño forma parte de un todo para que surta la eficacia que se demanda, pero ya que no fue así, es imperdonable que emerjan ahora absurdos e innecesarios contratiempos que sólo se justifican por la ineptitud de políticos y técnicos.
(El Progreso, 5/6/09)
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