miércoles, 4 de agosto de 2010
No es cuestión de vallas
SI LA FISCALÍA cree que con colocar vallas, a una altura suficiente, en los puentes que cruzan la autopista A-9 va disuadir a los gamberros que lanzan piedras a los coches que circulan por la calzada, se pone fuera de la realidad, porque seguirán haciéndolo si esa es su malévola intención. Y como extremar la vigilancia con un policía en cada viaducto tampoco es posible, poco o nada se puede hacer para evitarlo. Lo mismo cabe decir en las autovías o en cualquier otra carretera. Lo único que cabe es aplicar la ley con el máximo rigor que sea posible, y si no lo es, modifíquese para que los responsables de tales fechorías paguen por la barbaridad. ¿Por qué una condena por un caso de muerte en estas circunstancias va a ser inferior a la que se impone por un homicidio o un asesinato en otro escenario? Si lanzar piedras puede causar igual daño que una pistola, por qué no equiparar el castigo. No se trata de ninguna imprudencia sino de acciones premeditadas en las que el riesgo es impredecible.
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