martes, 3 de agosto de 2010
Políticos sin vacaciones
SIEMPRE se dijo que las vacaciones son sagradas, es decir que todo el mundo debiera disfrutar de un asueto razonable para cargar las pilas, pues es la recompensa al esfuerzo de un año de trabajo a la que no conviene renunciar. Incluso los políticos. Pero los políticos, me imagino que no todos, tratan ahora de adornar gestos de austeridad renunciando o simulando que renuncian a su descanso estival como un ejercicio de conducta ascética por culpa de la crisis. El primero, el presidente del Gobierno, que sólo se tomará en agosto dos fines de semana libres. Y los ministros reducirán al mínimo sus holganzas para seguirle y dar ejemplo de lo innecesario. Más que una actitud encomiable parece una decisión insustancial, y además preocupante, porque buscando cómo matar el tiempo estarán maquinando cosas, puede que algunas no demasiado buenas. Hay quienes creen que todo va mejor cuando el mundo avanza libre de ataduras, y en ese caso mejor sería que se ahorrasen el paripé.
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