martes, 15 de diciembre de 2015

Preocuparse no siempre es preocupante



Sea por una cosa o por otra, las preocupaciones, personales o en general con lo que nos rodea, nos acribillan a diario. Unas solo son sensaciones que se diluyen sin pasar a mayores, otras son constatadas por la cruda realidad. Intuyo que en esta semana los más afectados deben de ser los políticos, por lo que pueda sucederles el domingo, aunque debiéramos ser los ciudadanos. No sé si puede relacionárseles a ellos, pero si asumimos la conclusión a que llegó un equipo de psicólogos estadounidenses, no es para ser tremendistas. Tales expertos rebajan los baremos de angustia afirmando que el 40% de lo que nos preocupa nunca sucederá; otro 30 se refiere a decisiones ya tomadas y que no podemos cambiar. El 12% tiene que ver con acciones ajenas  que no dependen de nosotros. Incluyen un 10% que atañe a la salud, de la que hay que ocuparse pero no preocuparse en demasía: solo conseguiremos empeorarla. Y nos queda el 8% como realmente preocupante, con lo cual podemos descargar tensiones y malos augurios antes que ahogarnos en zozobras innecesarias. Claro que las teorías no siempre se corresponden con lo que pasa.