Solo falta que Maleni reciba el aliento expreso de los candidatos a liderar el socialismo para mitigar sus congojas tras ser despedida (mal que le pese) de su chollo europeo, atribuyéndolo a maniobras del Gobierno, máscara para ocultar su contribución al desenfreno andaluz. Pero su victimismo altanero es de disfraz: todas sus penas se ahogan en los diez mil euros mensuales, que se quedarán en cuatro mil a su jubilación, de lo que ella, seamos sinceros, es la menos culpable. Lo es el sistema que lo permite, y habrá otros varios beneficiados con idéntico jeró que la señora Álvarez, perfil que por cierto no contribuye a dar lustre a sus correligionarios, pensando en que el ciudadano suele hacer tabla rasa a la hora de comparar. Parece imposible que su nefasto paso por Fomento, sobre todo para Galicia, acabe tan bien. Sus raíces de O Courel fueron la peor cuña; solo así se entiende que calificase de “plan de mierda” el proyecto inversor compensatorio del ‘Prestige’, y de actuar en consecuencia. Otros tienen peor suerte.
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