es un contrasentido.
Nuestras vivencias están
plagadas de contradicciones, que
casi nunca acabamos de entender.
No hace muchos días, Cáritas Diocesana
de Lugo facilitaba
la escalofriante estimación de
que el veinticinco por ciento de los
habitantes de la capital vive bajo
el umbral de la pobreza; es decir,
mal. Es uno de cada cuatro, y por
lo tanto no puede (no debe) pasar
desapercibido. Son cifras para una
reflexión seria, y ahora más por
culpa de la crisis que lo envuelve
todo. ¿Qué crisis? La pregunta se
la plantea mucha gente, estupefacta.
Los centros comerciales
están a rebosar, los restaurantes
y bares, llenos; el ambiente, en
general, es de bonanza. Las previsiones
para fin de año son las
mismas de siempre, con lo cual
la percepción es que la crisis pasa
de puntillas para la mayoría, pero
falta saber si no es un espejismo.
Algo no encaja en este extraño galimatías.
Lo malo es que cada cual
sabe lo suyo.
(El Progreso 29-12-08)
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