Las mareas
y otros movimientos ciudadanos tomaron corporaciones con la loable
promesa, dudo que con la intención, de regenerar la democracia en los
concellos, desplazando en algunos casos a la casta y al bipartidismo. Pero las
cosas, más que como empiezan son como acaban, y algunos de esos gobiernos populistas
ya empiezan a tener problemas al aplicar a su capricho la democracia, su
democracia totalitaria y desorganizada. No se enteraron que las minorías han de
someterse a las mayorías para sacar adelante decisiones y proyectos, y no irrumpir
como un elefante en una cacharrería empujado por la prepotencia. En Santiago, por
ejemplo, Compostela Aberta fracasó al intentar subir el IBI sin contar con
quienes suman la mayoría, PP y PSOE, y se aprobó la rebaja del impuesto, como
proponían los socialistas. El alcalde lamentó el rodillo de ambos partidos en
vez de haber negociado lo que pretendía. Cambiar cosas no es hacer y deshacer
al antojo de nadie si no se dispone del aval suficiente. A este paso, de no
enmendarse sus trasnochadas actitudes, pronto empezarán a caer mociones de
censura. Ya se verá.
INOLVIDABLES LOCOS CITADINOS
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Por Eduardo García Aguilar
Cuando uno despunta a la literatura y el arte empieza a descubrir el mundo
con ojos recurrentes que todo lo devoran. Al cumpl...
Hace 20 minutos