Del mismo modo que la riada deja sus miserias al descubierto cuando se retira, la crisis también muestra, en este caso antes de replegarse, las opulencias que nadie apreciaba en época de hartura. Coches fantásticos, despachos fastuosos, sillones ostentosos, viajes a todo tren, cumbres a tutiplén, comidas pantagruélicas, asesores ful…, sufragado todo ello con dinero público, con el que deberían redimirse algunas hambrunas, pero los famélicos pueden esperar. Lo curioso es que desvaríos y despilfarros reluzcan casi siempre por razones de oportunidad, lo que es casi tan indecente como los mismos excesos. ¿Quiere esto decir que los políticos se cubren las espaldas los unos a los otros cuando le conviene al gremio, por puro corporativismo? Seguro. Hoy por mí y mañana por ti. Los dispendios han sido y son tantos que acaban acuñándose con el sello de normalidad en una sociedad que suele mirar para otro lado, como si no fuese con ella. Y va.
1 comentario:
Saludos:
Le invito acudir a mi blog para leer un artículo en el que narro lo que me ha ocurrido con mi banco; el Santander Central Hispano. Tenerlo en cuenta le valdrá para que el toro no le atrape como sí que hizo conmigo.
Yo personalmente me he quedado de piedra, aún estoy que trino.
Un abrazo desde Gran Canaria.
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