AZNAR y Bush debieron sellar su afecto más íntimo cuando el presidente español se relajó estirando sus patas sobre una mesa de la residencia de vacaciones del ex de Estados Unidos como si fuese entre las bambalinas de la Moncloa. Sospecho que fue entonces cuando se intercambiaron sus secretos más recónditos (e inconfesables), pero la verdad es que nunca llegué a entender tales gestos de llaneza expresados en idiomas diferentes. Ya sabemos cuál era la fluidez castellanoparlante de Bush e imaginamos el inglés (tejano) de Aznar, y contarse secretos y cuitas con intérprete de testigo, además de violento y desagradable, reviste escasa intimidad. Bueno, pues Obama y Zapatero no escarmientan; vuelven a las andadas, o es lo que anuncia el segundo: “Nuestros contactos serán naturales y periódicos”. Y como Zapatero no asimiló del todo a Shakespeare y Obama no mamó de Cervantes, mejor será prevenir los fluidos malentendidos que se avecinan.
(El Progreso, 23-01-09)
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