Nada oculta que los líderes políticos de talla no abundan. Son escasísimos los que reúnen suficiente lustre para afrontar y resolver los problemas mundiales que se acumulan. La mediocridad suele estar por encima del talante, formación y personalidad que requieren quienes deberían reflotarnos para salir del atolladero. Incluso Obama, que fue un mirlo blanco destinado alcanzar soluciones imposibles, cae en picado y tiene serios problemas para optar a su reelección con alguna garantía de repetir, y eso que el listón (bajo) de sus rivales republicanos no debiera ser obstáculo, aun después incluso de la renuncia de Sarah Palin, la ex gobernadora de Alaska que fue aspirante a la vicepresidencia en 2008 en la candidatura de John McCain. Fue famosa y penosa la ignorancia de Bush (hijo) en cuanto a política exterior en sus comienzos, pero nada que ver con la señora Palin, quien en su momento de esplendor creía que África era un país y no un continente. Ello refleja en qué manos estamos, y lo peor es que no se trata de una excepción.
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1 comentario:
El problema que tenemos es que, salvo raras excepciones, se dedican a la política quienes no valen para otra cosa. Efectivamente, así nos va. Saludos
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