HISTORIAS XACOBEAS: ¿Reposa Santiago en Compostela?

Históricamente nadie pudo demostrar que sean los restos del Apóstol Santiago los enterrados en la cripta de la catedral compostelana, pero quienes trataron de desvirtuar con ese argumento la supuesta veracidad de un hecho admitido por la tradición tuvieron excaso éxito. La leyenda medieval es suficiente para que el interés por el Camino no se haya resquebrajado; es más, cada año aumenta el número de peregrinos que llegan por miles a la capital gallega, incrementados en 2010 por ser Año Jacobeo (Xacobeo).


El hallazgo de los restos del Apóstol fue siempre cuestionado por muchos historiadores, aduciendo falta de pruebas documentales y arqueológicas sobre su presencia en España. Es más, algunos estudiosos, afirman que jamás pisó esta tierra, como es el caso de Fernando Sánchez Drago, asegurando que los restos son de Prisciliano, el gallego obispo de Ávila que fue ejecutado por una decisión adoptada en el concilio de Nicea al ser calificado de hereje. Y Miguel de Unamuno también afirmó que un hombre moderno “no puede admitirlo, por muy católico que sea”. No obstante, la creencia colectiva en la leyenda provocó una cadena de hechos históricos de tal magnitud que dejó en segundo plano la verosimilitud de la misma.


La misteriosa aparición de los restos de Santiago el Mayor se produjo en torno al año 818 cuando un anacoreta comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, el actual Padrón, que había visto resplandores misteriosos, como estrellas, en el bosque de Libredón. El prelado acudió a ese ‘campo de estrellas’ (Compostela), situado en un cementerio romano, y allí encontró una sepultura cubierta por una gran losa de mármol. El obispo advirtió una serie de detalles que le llevaron a proclamar que eran los restos del Apóstol, aprovechando antiguas leyendas sobre la predicación del discípulo de Jesús en Hispania.


Según la tradición jacobea, Santiago abandonó la península por orden de Herodes y regresó a Palestina, siendo decapitado en Jerusalén entre los años 40 y 44. La leyenda asegura que su cuerpo y su cabeza fueron trasladados milagrosamente a Iria Flavio en un barco, dicen que de piedra. Teodomiro se lo comunicó al rey Alfonso II el Casto, que desde Oviedo viajó con tofa su familia al lugar donde apareció el cuerpo, iniciándose así el culto que ha perdurado a través de los siglos.